Superman regresa a La Tierra después de una misión realizada en el espacio exterior. Está deseando empezar a ver la belleza azulada de su planeta adoptivo, pero cuando la esfera aparece ante su vista, no ve el color azul por ningún lado. Aumenta su supervelocidad en su afán por descubrir cuanto antes qué ocurre. Efectivamente, la primera impresión que había tenido al ver La Tierra, se corrobora. Todo el planeta se halla cubierto por nubes oscuras de manera que no queda ningún hueco para que se pueda ver el azul de los mares.
Con el corazón latiéndole a más velocidad de lo normal, el Hombre de Acero acelera su vuelo penetrando las espesas y oscuras nubes, pensando que hallará no sólo la imagen de Metropolis sino la explicación para lo que está ocurriendo.
La oscuridad es lo que reina por doquier. Su vista es incapaz de encontrar una sola ciudad en todo el planeta. Una perpetua y desatada tormenta lo ha barrido todo. Mire a donde mire solo ve la lluvia que cae sin parar, barro y miseria por todas partes. De vez en cuando un relámpago ilumina la zona por donde pasa, pero la visión es la misma, barro y más barro. Las aguas oceánicas están sucias y negras y no aparece ningún signo de vida en ellas. Tampoco hay ningún signo de vida, ni animal ni vegetal en toda la superficie que va recorriendo cada vez a más velocidad.
Ya ha dado una vuelta completa al planeta y sigue girando, cambiando de meridiano en cada giro que realiza, a fin de encontrar algún reducto vital en alguna parte. Por fin, después de estar seguro de haber recorrido todas las partes del planeta, se detiene desolado en medio del lodazal en que se ha convertido La Tierra, incapaz de reconocer en que país se halla, pues hasta los contornos de los continentes están desfigurados.
El dolor y la impotencia que siente no tiene límites. No sabe qué ha ocurrido y no se le ocurre la manera de averiguarlo. Sale disparado como una rayo, atravesando de nuevo las densas capas de nubes que cubren todo el planeta y se aleja lo suficiente para comprobar que no se ha equivocado de Sistema Solar, que se halla en el punto apropiado de la Galaxia.
No hay duda. Es La Tierra y está completamente destruida y desfigurada. Su dolor es inmenso, siente el dolor por la pérdida de toda la Humanidad y particularmente no puede resistir la pérdida de su esposa y de sus padres adoptivos. En su desespero ha insistido en buscar entre el lodazal de los continentes alguna gruta o lugar subterráneo donde alguien se haya podido resguardar, pero todo es inútil, no queda nada vivo en el planeta, solo el barro y el agua sucia que no deja de caer.
Parece que su destino sea el de quedar huérfano planetario, el ser siempre el único superviviente del fin de una humanidad. Las imágenes de Lois Lane, Jonathan y Martha Kent golpean insistentemente en la pantalla de su mente, produciéndole un intenso dolor en el corazón. Es tan fuerte y desgarrador el dolor y el sufrimiento que experimenta que se empieza a sentir agotado, sin fuerzas, y sin darse cuenta, cae dormido sobre el lodo.
Superman regresa a La Tierra después de una misión realizada en el espacio exterior. Está deseando empezar a ver la belleza azulada de su planeta adoptivo, y cuando la esfera aparece ante su vista, ve el color azul de un esplendor incomparable. Aumenta su supervelocidad en su afán por llegar cuanto antes a su querida ciudad de Metropolis y al lado de la mujer que ama, Lois Lane.
Algo sorprendido por el exceso de brillo y luz de todo lo que ve, entra volando por la ventana de su apartamento esperando sentir en sus brazos el cuerpo de la mujer amada. Lois se levanta al oír el sonido familiar que su marido hace cuando llega a casa por ese conducto y los dos se abrazan en un tierno beso que hace palpitar al unísono sus corazones y que unifica las pieles de sus cuerpos como si de un solo ser se tratara.
Sin embargo, la sensación agradable pronto desaparece y cede el paso a una sensación de estar abrazando algo viscoso. Su boca esta llena de algo que le repugna y se da cuenta de que tiene dificultades para respirar.
Sudoroso y mojado se despierta dándose cuenta de que se está hundiendo en el lodazal que es ahora La Tierra. El cansancio le ha hecho perder la conciencia por unos segundos, habiéndose generado en su mente un microsueño compensador del terrible dolor y sufrimiento que vuelve a él, al ver que todo sigue igual, una lluvia incesante que lo empantana todo y un vacío de vida espantoso.
Sacando fuerzas de flaqueza, Superman reemprende la búsqueda volando de nuevo por toda la superficie del planeta, penetrando con su vista de rayos X, las capas que hay por debajo del lodazal que forman ahora los continentes. Nada queda. Nada hay. Lo que le haya ocurrido a La Tierra, le ha ocurrido durante la semana que ha estado ausente de la Galaxia. Incapaz de comprender lo ocurrido, viendo que no hay ningún tipo de superviviente, ni siquiera ninguno de los superhéroes amigos y compañeros de batalla, decide salir del lugar e inicia un vuelo ascendente que, debido a la angustia que siente por la pérdida de todos sus seres queridos y de toda la humanidad, imperceptiblemente, hace que cada vez sea más y más rápido, saliendo del Sistema Solar y de la Galaxia. Embriagado por la sensación que la velocidad creciente de su cuerpo le está proporcionando, acelera al máximo y se pierde en un mundo de sensaciones sin tener un rumbo fijo a donde ir o donde detener su vuelo.
Superman regresa a La Tierra después de una misión r realizada en el espacio exterior. Está deseando empezar a ver la belleza azulada de su planeta adoptivo, y cuando la esfera aparece ante su vista, ve el color azul de un esplendor incomparable. Aumenta su supervelocidad en su afán por llegar cuanto antes a su querida ciudad de Metropolis. Por fin se acerca a su destino y piensa que ya es hora de decirle a Lois Lane que él y Clark son la misma persona y nada más pensar esto, se da cuenta de que algo ha cambiado. El ya ha descubierto su personalidad secreta a Lois Lane, incluso se ha casado con ella, sin embargo, ahora se da cuenta de que eso, que en su mente pertenece al pasado, ahora tiene que volver a hacerlo y pertenece al futuro. Sin quererlo, su inconsciente le ha llevado a atravesar la barrera del tiempo y retroceder en él. Cuando llegue el momento de repetir la misión que hace poco le llevó fuera de la Galaxia, tendrá que alertar a todos sus superamigos del peligro que acecha a La Tierra. ¿Podrá evitar su destrucción?
Mariano Bayona Estradera
Mayo 21, 1998
Este relato está dedicado a mi amigo Ripley Hunter
