Las Aventuras de Superman

By George Lowther

Capitulo VIII

"La desaparición del Capitán"


LA DESAPARICION DEL CAPITAN

LA EXTRAñA FIGURA del Capitán Joshua Murdock, permanecía de pie a unos tres metros de Kent, señalando con su huesudo dedo hacia la parte del embarcadero donde estaba amarrado el Buque Fantasma, desde cuya barandilla miraban de reojo una tripulación de esqueletos. Kent sostenía en sus brazos el débil cuerpo del Viejo. La niebla se había espesado en este breve espacio de tiempo, rodeando toda la escena como una oleada de humo, de forma que el Buque Fantasma, con su espantosa tripulación, permanecía oculto. ¡Kent sabía que tenía que actuar de prisa y así lo hizo!.

Soltó al Viejo que gemía al deslizarse hacia el entablado del muelle. Rápidamente, Kent, avanzó hacia la esquelética figura del Capitán Murdock. ¡A pesar de su gran rapidez falló, pues en el momento de arrancar, algo se enrrolló alrededor de sus tobillos y le hizo caer!.

Se levantó en un instante, pero en esa fracción de tiempo perdido, la escena era de nuevo la de antes. Niebla, nada más que niebla gris y viscosa.. La sirena sonando como un lamento en el canal. El débil chirriar de los barcos anclados. Del Buque Fantasma no había rastro y el Capitán Murdock había desaparecido.

Kent miró hacia abajo para ver qué es lo que se había enredado en sus tobillos y deshacerse de ello. Eran los brazos del Viejo. De alguna manera, al soltarlo, sus brazos habían caído alrededor de los tobillos de Kent, causando la caída del joven reportero, al correr.

Clark Kent no creía en fantasmas, aunque no podía negar lo que acababa de ver con sus propios ojos. No había duda alguna de que el Buque Fantasma era el Nancy M. pues había visto el nombre deteriorado y descolorido en la proa. Tenía todas las marcas trágicas de un barco hundido, las lonas hechas harapos, los largueros inclinados, enredados y astillados y todo el casco cubierto con percebes y coral, mostrando su larga permanencia en el fondo del mar.

Y en cuanto a la tripulación alineada en la barandilla, estaba seguro de que eran esqueletos. Su visión era de tipo superior y confiaba plenamente en lo que había visto con sus propios ojos. Esos hombres eran esqueletos. Había visto las cuencas vacías de sus ojos, los brillantes huesos de sus mandíbulas, las junturas sin carne de sus dedos y sus brazos apoyados en la barandilla del barco.

El Capitán Murdock era algo más. Kent no podía decir exactamente por qué, pero había algo irreal acerca de él. El dedo huesudo con el que había señalado hacia el barco, no parecía ser un hueso. Lo mismo ocurría con su calavera. No, había algo que no era genuino en el Capitán Joshua Murdock y Kent estaba decidido a descubrir lo que era.

El Viejo se movió entre los pies de Kent que le levantó del muelle, sosteniéndole con su brazo para evitar que cayera. El Viejo le miró preguntándole.

"Le, le ha visto?"

"Sí, le vi".

"Entonces es verdad", dijo el Viejo. "¡Existe el Buque Fantasma!"

"Aún no lo sé", dijo Kent.

"¡Pero Vd. lo vio! ¡Estaba allí!".

Kent negó con la cabeza. "Estaba allí y al rato ya no estaba. Había un Buque Fantsma y después no lo había"

"¿Qué quiere decir con todo esto?"

La cara arrugada del Viejo estaba cerca de la de Clark, sus pequeños ojos miraban fijamente a los de Kent.

"¿Qué quiere decir?", repitió.

"No lo sé con exactitud", dijo Kent por fin. "De todos modos, aún no lo sé".

Kent miró alrededor de él. La niebla todavía se extendía pesadamente sobre el canal y la sirena seguía advirtiendo con su sonido a los barcos del mar. El reloj del campanario dio el cuarto en la oscuridad de la noche. Pero el aire de misterio y expectativa que había cautivado antes a Kent ya no existía. El hecho ya había ocurrido; ya no habrían más aventuras en el embarcadero aquella noche.

"Un momento", dijo Kent. "No hay nada más por hacer aquí. Me vuelvo a mi hotel. ¿Y Vd. qué?"

"No se preocupe por mi", dijo el Viejo. "Simplemente déjeme esperar aquí. Estaré bien".

Kent negó con la cabeza. "No estoy seguro de eso. Casi pierde la vida hace un momento".

"Eso no volverá a ocurrir", replicó el Viejo. "Sé que tengo que esperar aquí. Váyase. Estaré bien".

"Como desee" dijo Kent, y se volvió para irse. Se paró un momento. "¿Está seguro de que no puede decirme quien es Vd.?", preguntó.

El Viejo le miró brevemente. Después se acercó a él y cogió la mano de Kent con la suya.

"Muchacho", dijo, "los dos tenemos un trabajo que hacer aquí y los dos estamos juntos en esto. Respecto a quien soy, no tiene importancia. Lo entenderá todo algún día. Antes de que llegue ese día los dos veremos muchos momentos de peligro. Quizás sobrevivamos o quizás no. Pero todo lo que te puedo decir ahora es que no hagas preguntas".

Kent devolvió amistosamente el apretón de mano al Viejo.

"Confío en Vd" dijo y dándose media vuelta, se dirigió hacia la ciudad.

En su camino hacia el hotel del muelle, donde había alquilado una habitación, Kent decidió pasear hasta las tierras de la pequeña hacienda de John Lowell, propietario del astillero local. Tenía una cita por la mañana en el astillero con el Sr. Lowell. Le había dicho quien era y lo que quería hacer y había recibido permiso del propietario para investigar lo que había visto. Lowell, un hombre pequeño de tez cetrina, cerca de los cincuenta, dio evidencias de la tensión de la situación en la que se encontraba y estaba ansioso de conseguir cualquier tipo de ayuda. Kent esperaba que el propietario del astillero se encontrase bien, pues quería contarle lo que había ocurrido esa noche y discutirlo con él.

Al llegar a la puerta de la verja que rodeaba la hacienda, vio las ventanas con las luces brillando en la oscuridad. Tenía suerte. Lowell, aparentemente, aún no se había retirado a descansar.

Kent abrió con fuerza la puerta y entró en la hacienda. Caminando contra el viento, por un sendero lleno de guijarros que conducía a la puerta principal, de nuevo se sintió asaltado por la extraña sensación de un peligro inminente. La sensación era tan fuerte, que de hecho se paró por un breve espacio de tiempo, escuchando, esperando, intentando sentir la textura de la atmósfera que había a su alrededor.

Aquí, como en cualquier otro lugar, la niebla seguía siendo espesa y viscosa. Los árboles parecían extraños personajes al verlos a través de la bruma, arrugados y torcidos, esperando como centinelas; otros como extendiendo sus brazos hacia arriba, perdiéndose en la oscuridad. A través de la niebla, se oían pequeños y misteriosos ruidos de los numerosos insectos que pululaban entre los árboles. Una rana croaba desde las pantanosas profundidades de un lago cercano y en uno de los árboles, un búho ululaba tristemente.

Kent se detuvo sólo un momento y después, encogiéndose de hombros, continuó andando. Al llegar a la casa, se acercó a la puerta principal y tocó el timbre. A través del vano de acero de la ventana que daba hacia la zona de césped, podía ver a John Lowell sentado detrás del escritorio de su estudio, examinando cuentas bajo la luz de una lámpara. La puerta se abrió y una señora mayor vestida con ropa negra de ama de llaves, apareció de entre el fondo de luz amarilla que había en el interior de la casa.

"¿Si?", dijo.

"Desearía ver al Sr. Lowell", dijo Kent. "Ya sé que es tarde pero creo que me recibirá. Por favor, dígale que soy Clark Kent".

"Entre, por favor", dijo. "Le diré al Sr. Lowell que está Vd. aquí".

Regresó al cabo de un instante y condujo a Kent hacia el estudio, donde Lowell se levantó de su escritorio para saludarle.

"No esperaba verle de nuevo tan pronto", dijo con una voz nasal y seca. "¿Ha ocurrido algo?".

"Si, algo ha ocurrido", replicó Kent.

Kent le contó la extraña historia desde el comienzo al fin. Lowell estuvo en silencio durante un largo espacio de tiempo después de que Kent terminara. Finalmente dijo: "¿Cree Vd. que vio un Buque Fantsma?".

"Estoy seguro de ello", replicó Kent.

El propietario del astillero afirmó con la cabeza y se sentó durante unos momentos pensando profundamente. Después se levantó y se dirigió hacia la ventana donde se quedó de pie mirando la niebla de la noche. Cuando habló de nuevo, su voz era baja y llena de preocupaciones y perplejidad por la extraña situación que esto le causaba.

"Al principio no lo creí", dijo. "Cuando encontraron a los vigilantes nocturnos haciéndose preguntas sobre el embarcadero y farfullando disparates, me rehusé a creerlo. Cuando varios hombres vieron el barco por la noche y se declararon en huelga, seguidos por otros, seguía sin poder creer que tal cosa fuera posible. Que un barco y su tripulación, perdidos en el fondo del mar durante más de un siglo, pudieran volver, no, eso era ridículo incluso pensar en ello".

"Entiendo lo que siente", dijo Kent.

"Yo mismo he pasado noches enteras en ese embarcadero", continuó Lowell. "Quería verlo con mis propios ojos, pero no ocurrió nunca nada. ¡Pero ahora Vd. me dice que lo ha visto! De alguna forma le creo. Vd. me da la impresión de ser un hombre que no enloquece fácilmente".

De pronto, se sobresaltó al mirar fijamente por la ventana. "¡Qué diablos...!"

Kent fue a su lado inmediatamente.

"¿Qué ha visto?"

Lowell negó con la cabeza y sonrió tristemente.

"Lo siento, Sr. Kent, pero me temo que mis nervios me han jugado una mala pasada. Por un momento creí haber visto a un hombre caminando bajo los árboles. La niebla, a veces, te hace ver cosas extrañas".

Se sentó de nuevo detrás del escritorio y empezó a llenar una pipa con dedos nerviosos. Kent echó un breve vistazo a través de la ventana, pero no vio nada.

Estaba a punto de hablar, cuando el ama de llaves abrió la puerta del hall. Cuando entró en el estudio, Kent vio que algo no iba bien. La cara de la mujer estaba blanca como la de un cadáver y sus labios temblaban. Después de dar varios pasos hacia el interior de la habitación, miró hacia atrás sobre su hombro como si tuviera miedo de que alguien la siguiera.

"¿Qué pasa, Anna?", preguntó Lowell.

"Hay, -hay alguien que quiere verle", titubeó la mujer.

"Dígale que entre".

"No quiere entrar, señor. Insiste en que sea Vd. quien salga a verle. Ahora está en el Hall. Si me permite decirlo, señor, hay algo muy raro en él.

"¿Qué quiere decir?", preguntó Lowell.

"No sabría decirle, señor. Es un marino y lleva una clase de ropa que no había visto nunca con anterioridad. Y tiene algo que te pone la piel de gallina".

El ama de llaves se estremeció.

"¿Le dio algún nombre?".

"Si señor", replicó el ama de llaves. "¡Dijo que se llamaba Joshua Murdock, el Capitán Joshua Murdock!".

Los ojos de Kent se encontraron con los de Lowell y en un instante ambos pasaron rozando al ama de llaves en dirección al hall. Incluso Kent sintió que se le ponían los pelos de punta.

La puerta principal estaba totalmente abierta y a su través se podía ver la negra bóveda de la niebla cayendo en la noche.

Oyeron sonar el reloj una vez en la lejanía y también el distante sonido de la sirena del canal.

Pero el vestíbulo estaba vacío. El Capitán Joshua Murdock se había desvanecido en la fantasmagórica oscuridad de la noche dejando tras de sí un macabro recuerdo del mar.

En el suelo, en la zona donde había estado de pie, había un montón de algas.



Visit The Great Superman Thematic Museums

To The Great Superman Thematic Museum

DISCLAIMER: Superman and all related elements are the property of DC COMICS.

La obra de Superman clasificada por años


Otras páginas sobre Superman

Spanish Superman Fan Page    Spanish Superman Homepage    Superman Expandido (Continuación de la anterior)    Superman Moderna (Continuación de la anterior)    Superman Returns    Superman and the Mole Men    George Reeves    Supergirl clásica    Supergirl de Peter David    Supergirl de Jeph Loeb    Superman azul    Superman en España    The Man of Steel    Legion of Super-Heroes    Smallville   


Los otros temas de mis páginas web

Prince Valiant    Tarzan    Flash Gordon & Jungle Jim 1934-1944    El Hombre Enmascarado (The Phantom)    El Guerrero del Antifaz    Pantera Negra y Pequeño Pantera Negra    Los Diez Mandamientos    Kylie Minogue    Kim Wilde    Hurts    Evita 1919 - 1952    La ciudad de Jaca    La ciudad de Amposta


DOLORS CABRERA GUILLENDOLORS CABRERA GUILLENDOLORS CABRERA GUILLEN
Esta página está dedicada a mi esposa Dolors Cabrera Guillén, fallecida por cáncer el día 12 de marzo de 2007 a las 18.50 y por seguir su última voluntad, ya que conociéndome, antes de morir, me hizo prometerle que no abandonaría la realización de mis páginas web.

Homenaje a Dolors Cabrera Guillén 


(C) Copyright Mariano Bayona Estradera y Dolors Cabrera Guillén 1997 - 2006
Mariano bayona Estradera 2007 / 2011 ....
Página creada con el asistente automático para crear páginas WEB WebFacil