Jor-el acaba de llegar desalentado del Consejo pues nadie ha hecho caso de sus advertencias sobre el inminente peligro del planeta Krypton.
LA NAVE ESPACIAL
UN LARGO Y PLATEADO COHETE, el modelo de Nave Espacial de Jor-el, brillaba bajo las poderosas luces del laboratorio del sabio, en medio de un montón de instrumentos científicos. Jor-el, con las mangas de su vestido enrrolladas, trabajaba sobre el modelo con febril celeridad. Tan profunda era su concentración que no oyó como uno de los paneles de la pared se deslizaba y su esposa, Lara, entraba con su hijo en los brazos. Esperó hasta que Jor-el levantó la vista y la vio.
"Oí cómo trabajabas", dijo. "Sabía que habías regresado. ¿Qué dijo el Consejo?".
Jor-el negó tristemente con la cabeza. "Tal y como me advertiste, Lara, se negaron a creerme".
"¿Pero te propones seguir con tu trabajo en la Nave Espacial?"
Jor-el ajustó una válvula en su sitio antes de responder. "¡Por supuesto! Sea lo que sea lo que ellos piensen, Lara, yo estoy en lo cierto, lo sé! ¡Y si aún hay tiempo los salvaré! Dio a la válvula un giro final hasta que encajó en su sitio. "Empe zaré a construir la Nave Espacial tan pronto como haya acabado con este modelo".
Lara asintió con la cabeza, comprendiendo. El niño que tenía en los brazos lloriqueó y empezó a balancearlo adelante y hacia atrás. "El pequeño Kal-el ha estado intranquilo estos últimos días", dijo. "No ha podido dormir bien del todo". "Jor-el, ¿crees que presiente la proximidad de las cosas que has pronosticado?".
"Puede ser", dijo Jor-el. "Siempre ha sido muy sensible a los elementos de la naturaleza".
El científico continuó su trabajo. Sus delgadas manos se movían con suavidad y con seguridad sobre los intrincados mecanismos del modelo de Nave Espacial. Lara se sentó y le miraba, cunando al niño en sus brazos. Finalmente lanzó la pregunta que le preocupaba. "¿Queda mucho tiempo Jor-el?".
"No", respondió, "hay poco tiempo. Por eso me estoy dando prisa en acabar el modelo. Está casi preparado. Sólo me falta instalar la Válvula de Presión Atómica..."
Fuera lo que fuese lo que iba a decir, se quedó congelado en su garganta, ya que un estruendoso crujido estalló sobre Krypton. Agarró el modelo de Nave Espacial para sujetarse a sí mismo, pues la habitación entera se estaba balanceando. Las cosas caían y se agrietaban por todas partes. Un alto armario llenos de tubos de ensayo, se cayó produciendo un gran estrépito. Profundas grietas aparecieron en las paredes y el cemento del suelo se levantó como un monstruo que despertara. El gran arco de la ventana se rompió en mil pedazos y a través del agujero donde antes estaba la ventana, Jor-el vio un abanico de llamas propagándose hacia adelante y envolviendo el cielo.
"¡Ha llegado, Lara!" gritó. "¡Ha llegado!".
Había llegado y en segundos la noche se convirtió en un día ardiente. Por el cielo, incontables cometas giraban estridentes a través del brillante espacio. Las estrellas empezaron a caer sobre Krypton como una lluvia de fuego líquido. Asteroides de todos los colores daban bandazos por los cielos. Luces de todos los tamaños y matices, deslumbrantes y cegadoras, se desparramaban sobre Krypton.
¡Los elementos, como Jor-el había predicho, se volvieron locos!
Jor-el, hombre de ciencia, permaneció calmado ante la presencia de este repentino cataclismo. Aunque el cielo se caía y la tierra se desquebrajaba, su mente analizaba las posibilidades del momento. La Nave Espacial aún no estaba preparada. Era demasiado tarde para salvar a la gente de Krypton. Demasiado tarde para salvar a Lara y a sí mismo. Pero el niño...
"¡Lara!" ordenó con su voz. "No podemos hacer nada por nosotros ni por los demás, pero hay una esperanza para Kal-el!".
"¿Jor-el--?"
Respondió la pregunta antes de que ella la hiciera.
"¡El modelo de Nave Espacial!" gritó. "Sólo tengo que instalar la Válvula de Presión Atómica. ¡En unos instantes lo tendré hecho! Y entonces, Lara, si funciona..."
Mientras hablaba, iba cogiendo las herramientas que necesitaría y mientras trabajaba, Lara se mantuvo de pie con el niño en brazos, contemplando con la mirada fija como el mundo se desmoronaba.
Llamas de todos los colores salían rugiendo de las grandes fisuras de la tierra. En medio del tremendo resplandor, se podían ver las torres de los edificios de Krypton caer en añicos, convirtiéndose en polvo y en el subsuelo, se notaba un extraño temblor, como si una poderosa fuerza se estuviera agitando intermitentemente preparándose para una gran ecatombe final. Lara sabía que cuando se produjera la ecatombe, sería el fin.
"¡Está preparado!".
Se giró ante las palabras de Jor-el, viéndole de pie al lado del brillante modelo plateado.
"Dame al niño", dijo, "¡ y reza para que el modelo funcione, porque en él vamos a enviar a nuestro hijo hacia la Tierra y hacia la seguridad!".
Lara no dijo ni una palabra y puso al pequeño Kal-el en los brazos de su padre. Miraba en silencio como Jor-el lo colocaba, gimiendo, dentro del modelo de la Nave Espacial, cerrando la puerta de acero. Cuando estuvo seguro de que la puerta estaba bien cerrada, rápidamente tiró de una palanca.
Juntos, esperaban, y de pronto escucharon un extraño temblor bajo sus pies. Cuando se produjera la explosión, significaría el final de Krypton. A medida que el temblor sese incrementaba, el ardiente cielo brillaba cada vez más, los cometas giraban más de prisa y las estrellas caían en mayor cantidad.
Pero no vieron ni oyeron nada de esto porque sus ojos estaban pendientes de la aguja del instrumento que marcaba la presión atómica del modelo. Algo parecía no funcionar. La aguja no se movía. La presión necesaria para lanzar la bala de acero hacia el espacio no aumentaba, pero el tremendo temblor debajo de ellos era cada vez mayor, abocados hacia el cataclismo final que destrozaría el Planeta Krypton.
Jor-el cogió la palanca y la movió de un lado a otro. Miraba a Lara fijamente con los ojos muy abiertos, con gotas de sudor cayendo de su frente. Literalmente, sólo unos segundos separaban al pequeño Kal-el de la seguridad. ¡El momento de la destrucción final había llegado! ¡Un monstruoso crujido en la lejanía señaló el final de Krypton! ¡Las fisuras de la tierra se abrieron en enormes abismos! ¡El laboratorio empezó a derrumbarse delante de ellos! Y la presión atómica de la pequeña y fútil Nave Espacial ...
La aguja se movía. Había un siseo producido por el cohete. Jor-el sólo tuvo tiempo de soltar la palanca cuando el modelo tembló y se puso en movimiento, chirriando al soltarse de su soporte y lanzándose hacia el espacio en llamas, llevando hacia la Tierra a su pequeño pasajero.
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