Las Aventuras de Superman

By George Lowther

Capitulo VI

"Clark Kent reportero"


CLARK KENT REPORTERO

PASARON años antes de que Clark aprovechara la invitación que le había hecho el periodista Perry White. Durante ese tiempo, se hizo cada vez más consciente de sus milagrosos poderes. Se percató de que era en realidad un superhombre y que podía hacer cosas que ninguna otra persona de la Tierra podía hacer.

La comprensión de esto conllevó una gran responsabilidad. Se dijo a sí mismo que no debía desperdiciar sus poderes maravillosos. Reflexionó sobre las últimas palabras de Eben y llegó a la conclusión de que el viejo tenía razón. La mejor forma en que podía usar sus talentos sobrehumanos era en servicio de la humanidad. Convencido de esto, se dedicó a combatir el mal y la injusticia en todas sus formas y dondequiera que apareciese.

Sin embargo, no se presentó como Superman, una mañana en las oficinas del periódico de Metropolis Daily Planet. Aunque había adoptado como vestido de Superman el traje azul con la capa roja que Sarah le hizo en una ocasión, lo llevaba bien oculto bajo sus ropas ordinarias. Recordando el consejo de Eben Kent, estaba seguro de que ningún ser humano llegaría a saber nunca su doble identidad.

Así fue como un alto, guapo y quizás un poco amanerado joven, con gafas de montura de asta, entró en las oficinas del Daily Planet presentándose a sí mismo como Clark Kent, preguntando amablemente si podía ver a Perry White. Se sorprendió al saber que Perry White era ahora editor del Daily Planet, uno de los mayores periódicos del país.

"No, el Sr. White no me espera", contestó a la pregunta de la secretaria, "pero dígale simplemente que Clark Kent está aquí. Estoy seguro que me recordará y querrá verme".

La chica le indicó con una señal de la mano que se sentara y desapareció tras una puerta en la que ponía PRIVADO. En el momento en que la puerta se abrió y cerró, se oyó brevemente una voz fuerte.

"¿Quién lleva este periódico, Lois, tú o yo? ¡Por Dios, te digo que...!"

Kent oyó lo suficiente para reconocer la voz ronca y perpetuamente enfadada de Perry White. Podía haber escuchado más, poseyendo la habilidad de oír a través de las paredes y a grandes distancias, pero siempre tenía cuidado de guardar sus extraños talentos y nunca escuchaba cuando sentía que no debía hacerlo.

Mientras esperaba, se abrió la puerta del vestíbulo y entró un hombre.

"¿Está White?, preguntó, dirigiéndose hacia Clark.

Instintivamente, Clark sintió que no le gustaba el aspecto de aquel hombre. Era pequeño y delgado y su cara le recordaba a una comadreja. Iba vestido con ropa cara pero con mal gusto y el traje se le apretaba demasiado al cuerpo. Kent sintió enseguida algo siniestro en aquel hombre. Notó un bulto en el bolsillo de la derecha de su chaqueta y usando su supervisión vio que el bulto lo formaba un revólver automático.

Estaba a punto de responder a la pregunta, cuando se abrió la puerta de la oficina de Perry White y salió la secretaria del editor.

"Lo siento, Sr. Kent", dijo, "pero el Sr. White no puede verle, está en una reunión".

Kent miró a la chica sorprendido.

"Pero él me dijo que viniera a verle", dijo. "Sé que fue hace años pero..."

La chica le interrumpió.

"Lo siento", dijo. "La verdad es que el Sr. White no recuerda su nombre en absoluto"

El darse cuenta de que Perry White no le recordaba fue una desilusión, pero enseguida se percató de que no era culpa de White. En los años que siguieron al hecho de levantar el yunque, Perry White debió haber encontrado muchas historias excitantes e interesantes. Era razonable que se hubiera olvidado del nombre del muchacho, al que una vez le dijo que le buscara en cualquier ocasión.

Kent dio las gracias a la chica y se dio media vuelta para marcharse. Al dirigirse hacia la puerta que daba al vestíbulo, el pequeño hombre de ropa chillona pasó rozándole y le oyó decir: "Quiero ver al Sr. White".

Kent abrió y cerró la puerta tras de él, sin escuchar la respuesta de la secretaria. Sin embargo, algo le hizo girarse y usar su supervisión para mirar atentamente la habitación que había tras la puerta de madera. El revólver que el hombre llevaba en el bolsillo le preocupaba y quería asegurarse de que no pasaba nada malo antes de irse. Fue afortunado que se girara, porque tuvo tiempo de ver al hombre empujando a la secretaria de White con las palabras: "¿Fuera de mi camino, hermana!" abriendo la puerta de la oficina privada del editor.

Perry White, más mayor y más canoso, pero llevando aún las mismas gafas sin montura, estaba sentado detrás de un escritorio y levantó la vista hacia el hombre que había entrado. Sentada en una silla al lado del escritorio, había una chica morena y delgada. Sin embargo, Kent apenas se dio cuanta de todo esto ya que sus ojos estaban fijos en el revólver del intruso con cara de comadreja. La mano derecha del hombre se había deslizado en el bolsillo de su chaqueta y cuando la sacó de nuevo llevaba un revólver.

Oyó al hombre que decía tranquilamente: "¿No me conoces, verdad, White?"

Perry White, que se había medio incorporado de detrás de su escritorio y cuya mirada estaba pendiente del revólver, negó con la cabeza despacio e intentó hablar, pero las palabras no le salían.

"Entonces te diré quien soy", dijo el hombre. "Un amigo mío fue a la silla eléctrica la noche pasada. Frankie Gondero, ¿lo recuerda?" White afirmó con la cabeza lentamente y cuando el hombre habló de nuevo su voz era más fría que el acero. "Vd. y su periódico le enviaron allí. Vd. empezó la investigación, descubrió la evidencia y testificó en la corte. ¿Qué ocurrió? Que mandaron al pequeño Frankie a la silla".

El hombre se calló atravesando con la mirada la de White. Después, humedeció sus labios y continuó.

"Soy el hermano de Frankie Gondero. Jurée; que le cogería y por eso estoy aquí. Di tus oraciones White. Nunca fallo".

Kent, mirando con atención a través de la puerta del vestíbulo, vio como la chica que estaba sentada delante del escritorio del editor, palidecía y se sujetaba a la silla. White empezó a decir algo, pero el asesino le cortó.

"¿No he venido aquí para escuchar historias. Frankie está muerto y tú lo estarás igual, White, en sólo dos segundos!".

En lo que pareció una fracción de segundo, Clark Kent apareció en el umbral de la oficina privada. El pequeño hombre se giró repentinamente.

"¡Cierra la puerta!", dijo con brusquedad.

"Sí, Señor, Yo, bueno,..." balbuceó Kent.

"¡Cállate!".

Kent cerró la puerta con una mano que le temblaba visiblemente. Estaba interpretando bien su papel. Se giró hacia el asesino poniendo cara de asustado.

"Yo... no sé que es todo esto", tartamudeó. "Simplemente regresé para ver al Sr. White y, y ..."

"¡Ven aquí!"

Gondero señaló con el revolver en la mano a Kent, indicándole que fuera hacia él. Kent se aproximó tímidamente. Los labios de Gondero se movieron adoptando un gesto de desprecio.

"¡Continua andando!" dijo, "No me voy a arriesgar"

"Es Vd. un loco", refunfuñó White. "¡No puede salirse de esta!"

"No se preocupe por mi", respondió Gondero, mirando cautelosamente a las tres personas. "No me cogeréis porque no espero salir vivo de aquí. En cuanto termine con los tres..."

"¿Los tres?" dijo White mirando al hombre con incredulidad. "¡No puede matar a estas personas! ¡No han hecho nada. Máteme a mí si quiere, pero esta chica no tiene nada que ver con que enviaran a su hermano a la silla eléctrica y tampoco este joven. Ni siquiera sé quien es!"

"Si te mato a ti, puedo matar a todos. ¿Qué diferencia hay?"

"¡Está loco! ¡Está fuera de sí!"

Gondero se rió con una corta y extraña sonrisa. "A veces pienso que lo estoy", dijo. Su voz se endureció de nuevo. "¡Tú!" dijo con brusquedad, señalando a Kent con el revólver. "¡Gírate!".

Era el momento exacto que Kent estaba esperando. Al girarse, se tambaleó como si fuera a desmayarse. Cayó hacia adelante echando los brazos alrededor del cuello de Gondero, de manera que el revólver quedó entre los cuerpos de los dos hombres.

Maldiciendo, Gondero forcejeó para liberarse. Kent oyó a White que gritaba: "¡Cuidado Lois, yo me ocuparé de esto!" El revólver se disparó varias veces y Kent sintió las balas chocar contra su pecho inócuamente. Después se desplomó en el suelo, arrastrando a Gondero con él y con un movimiento bien calculado, envió el revólver fuera del alcance de la mano del asesino.

El ruido de los disparos atrajo a la gente que había afuera en la otra sala. En pocos momentos, Gondero fue hecho prisionero y sacado de la habitación, mientras voceaba su venganza contra Perry White. Era hora, decidió Kent, de recuperar el sentido. Gimió suavemente y abrió los ojos.

"Joven", gritó White, ayudándole a ponerse de pie, "estoy en deuda con Vd." Exactamente las mismas palabras, recordó Kent con una sonrisa, que White le había dicho años atrás.

"¿Qué, qué ha ocurrido?, preguntó.

"Se ha desmayado, eso es lo que ha pasado"

Era la chica de pelo oscuro y Clark pensó que había notado un cierto sarcasmo en su voz. La miró y vio que ella le estaba mirando con una sonrisa desdeñosa. Enseguida se dio cuenta que pensaba que era un cobarde. Bueno, ese era el papel que tenía que interpretar.

"Lo, lo siento", titubeó. "Los revólveres siempre me ponen nervioso".

"¿Y porqué no tendría que ser así?, contestó White. "Estoy encantado de que sea nervioso, de que los revólveres le atemorizen y de que se haya desmayado. Si no lo hubiera hecho, los tres estaríamos ahora muertos. Quiero estrecharle la mano. ¿Quién es Vd. joven? ¿Quién es Vd?"

"Soy Clark Kent. Su secretaria me dijo que no podía recibirme, pero regresé, pensando que quizás me daría una cita"

"¡Por supuesto que le daré una cita y ahora mismo!". La cara del editor rebosaba de felicidad. Cogió a Kent por el brazo y lo condujo hasta la silla que había al lado del escritorio. "Siéntese", le dijo, "siéntese, por favor". Se giró hacia el resto de personas que había en la oficina y gritándoles dijo: "Y vosotros, fuera. ¿Qué significa irrumpir en mi oficina de esta forma? ¡Fuera! ¿Me oís? ¡Fuera!.

En pocos momentos, la oficina estaba vacía excepto por White, Kent y la chica.

"Será mejor que tú también te vayas, Lois", dijo White. "Hablaré contigo de lo de antes, pero más tarde!".

"De acuerdo".

Se paró en la puerta y echó una mirada sobre su hombro.

"Si nuestro joven héroe está buscando trabajo como reportero, debería ser bueno desenterrando material para la sección femenina".

Se rió burlonamente, giró sobre sus talones y se fue.

"No te preocupes por Lois", dijo Perry White. "El sarcasmo es su segundo apellido. ¿Quieres un trabajo como reportero?".

"Nada me gustaría más, Sr. White"

El editor le miró pensativamente.

"Ciertamente te debo algo por salvarme la vida", dijo finalmente. "Pero un trabajo como reportero, bien, no sé. ¿Has escrito algo alguna vez?".

"Nada que mencionar, señor", dijo Kent.

"Hmmmmm. Esto lo hace difícil, ¿sabes?. No puedo dar una oportunidad a alguien inexperto. Pero puede que haya algo que te sirva de entrenamiento".

"Todo lo que pido es una oportunidad", dijo Kent.

"Y con mucho gusto te la voy a dar", replicó White, friccionándose la barbilla de forma pensativa. "El problema es que no puedo dar oportunidades a alguien sin experiencia. Espera un momento". Golpeó el escritorio con la palma de la mano y dijo: "¡Ya lo tengo! ¡Vaya cosa!.

Buscó rápidamente entre varios papeles de su escritorio y finalmente encontró lo que buscaba, una larga hoja de papel amarillo. Se la mostró a Kent, que vio que contenía una serie de datos impresos con teletipo, aparentemente, de uno de los nuevos servicios.

"Lee este párrafo", dijo White, señalando en el centro de la página.

Kent lo leyó.

BOLTON, YO. (SERVICIO ESPECIAL)
CIRCULAN REPORTES DE QUE EL NANCY M, BARCO PERDIDO EN UNA TORMENTA EN EL MAR HACE DOS SIGLOS, HA SIDO VISTO POR TRABAJADO RES DEL ASTILLERO. ALGUNOS TESTIGOS OCULARES AFIRMAN QUE EL BUQUE FANTASMA ESTá TRIPULADO POR UNA CUADRILLA DE ESQUELETOS.

"Bien, ¿qué piensa de esto?", preguntó White.

"No estoy seguro, Sr. White"

Perry White empujó su silla acercándola a la de Kent. "Siempre he creído en las corazonadas", dijo, "y tengo la corazonada de que debe de haber algo en la historia del Buque Fantasma, pero no es una corazonada lo suficientemente fuerte para enviar a Maine a un hombre con experiencia". Se sentó mirando a Kent con una sonrisa de curiosidad. "¿Te gustaría ir?"

Kent miró al editor con una ligera sorpresa.

"Quiero decir", dijo White, "que sería una buena experiencia y probaría si mi corazonada es acertada o errónea. Empezarás con un salario pequeño y si lo haces bien, si consigues descubrir el tipo de historia que estoy buscando, te haré reportero profesional en cuanto regreses. ¿Aceptas?".

"¡Claro que acepto!"

Clark Kent dejó las oficinas del Daily Planet con la sensación de estar flotando en el aire. Ese sentimiento, recordó con una sonrisa, no era demasiado inusual en él.



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