Las Aventuras de Superman

By George Lowther

Capítulo VII

"El buque fantasma"


EL BUQUE FANTASMA

UNA SINIESTRA NIEBLA de color gris ocultaba el astillero de Maine, repleto de los largueros de los barcos que chirriaban con sus banderas deshilachadas. En algún lugar de la ciudad dormida, detrás del astillero, un reloj de campanario daba las once de la noche y a lo lejos se oía con un sórdido sonido, una sirena que avisaba de la presencia de la niebla.

Alguien que observara la escena, podría haber notado una silueta caminando entre la niebla, un hombre alto vestido de gris oscuro. Era Clark Kent. Se paró al comienzo del embarcadero que sobresalía sobre la bruma del río. Se mantuvo inmóvil durante una hora, permaneciendo perfectamente quieto de manera que con su traje gris parecía que formaba parte de la misma niebla.

Esa era su intención, ya que quería ver sin ser visto. Algo estaba a punto de ocurrir, aunque no podía predecir con exactitud, qué sería. Sí sabía que se trataba de algo siniestro y cargado de peligro. Esperó, mientras la fría y húmeda niebla le envolvía y la última nota del reloj del campanario sonaba a través de las oscuras y húmedas calles de la ciudad que quedaban detrás de él.

¡De pronto, ocurrió! Sus agudos oídos escucharon un ruido al otro lado del largo embarcadero. Su cuerpo se puso tenso. Algo se había movido al final del muelle, algo que no tendría por que estar allí. Por primera vez en una hora, Kent se movió, deslizándose silenciosamente entre la niebla hacia donde se oía el ruido. No se molestó en quitarse la ropa, para mostrar el traje azul y la capa roja que llevaba debajo, porque, como se dijo a sí mismo con una terrible sonrisa, esto aún no era un trabajo para Superman.

Había dado unos pocos pasos, cuando se paró de repente. La silueta del final del muelle se había movido de nuevo. Kent esperaba escuchando. El sonido no se repitió. No oyó nada más que el mismo chirriar de los barcos, el repetido sonido de las oscuras aguas del río, chocando contra los pilotes del embarcadero y el sonido de la sirena que avisaba de la niebla en el canal. De nuevo, se adentró entre la niebla.

Entonces se oyó un grito ronco, un grito de socorro. Abalanzándose hacia delante, Kent se deshizo de las ropas del tímido y amable reportero. ¡Ahora se necesitaba a Superman y fue como Superman, con traje azul y capa roja, como apareció en la escena de la acción.

Con su mirada penetrante, vio y comprendió la situación con la velocidad del relámpago. Tres misteriosos personajes encapuchados, se acercaban de modo amenazador a un hombre mayor con barba blanca que retrocedía ante ellos, hacia el borde del embarcadero. En el breve instante en que Superman evaluó la situación, también vio al viejo caerse por el borde del embarcadero, golpeándose en la cabeza y cayendo hacia atrás en el agua, gesticulando con los brazos al aire.

Superman saltó hacia adelante y con su brazo poderoso, dejó a un lado a los tres personajes encapuchados. Se dirigió hacia el borde del muelle, penetrando en el agua en una perfecta zambullida. Bajo la superficie de las oscuras aguas, sus ojos vieron y encontraron el débil cuerpo del viejo que se hundía en las profundidades. Sus brazos rodearon al inconsciente personaje en un instante, y con un poderoso impulso de sus magníficas piernas, salieron los dos a la superficie. En un instante, estaban de nuevo sobre el embarcadero y Superman había empezado desesperadamente el trabajo de reavivar la chispa de vida que aún quedaba en el cuerpo del Viejo.

Mientras reanimaba el cuerpo húmedo y aparentemente sin vida del anciano, la niebla se hizo más espesa y el sonido de la sirena que avisaba de la niebla adquirió un tono más lúgubre. No fue hasta que el reloj de la ciudad dió la media, retumbando con su eco triste en las vacías calles, como un fantasma solitario, que el Viejo jadeó, abrió los ojos y se sobresaltó con un miedo repentino.

"Está bien", dijo la aguda voz de Clark Kent, ya que Superman había asumido de nuevo la identidad del tímido reportero.

La expresión de miedo que se veía en los ojos del Viejo, fue desapareciendo poco a poco y sus húmedos dedos se relajaron, dejando de apretar los hombros de Clark.

"¿Quién es Vd.?" La voz del Viejo tenía el inconfundible sonido nasal del acento yanki.

"Mi nombre es Clark Kent. Soy reportero de un periódico. ¿Quién es Vd y quiénes son aquellos hombres que casi le asesinan?"

"¿Hombres?", repitió el Viejo. "¿Se han ido?".

Kent afirmó con la cabeza. "Desaparecidos en la niebla. ¿Quienes eran y porqué le atacaron en grupo?".

El viejo miró a Kent con curiosidad.

"¿No vio, no vio Vd. sus caras?".

Kent negó con la cabeza.

"No", dijo, "estaban de espaldas e iban encapuchados. ¿Qué hay acerca de esas caras?".

"Esa es la cuestión". Los ojos del viejo se entrecerraron. "¡No tenían cara!".

Kent, preguntándose si el Viejo estaría loco, no dijo nada y esperó a que continuara y mientras esperaba, de repente, sintió peligro. Nunca pudo explicarse estas premoniciones, pero siempre confiaba en ellas. De alguna forma, el sonido de la sirena había cambiado y la espesa niebla parecía tener vida pegándose a su cara de manera viscosa.

El Viejo no continuó, sino que simplemente se sentó mirando hacia lo lejos.

"¿Ha dicho que no tenían cara?", le incitó Kent.

"Sin caras", respondió el Viejo, y mirando fijamente a Kent, dijo: "¡No eran caras humanas, eran calaveras¡".

De nuevo se calló mirando hacia la niebla y después de esperar un período de tiempo razonable, Kent dijo: "A ver, señor, me gustaría que empezara desde el principio. Hay muchas cosas que no entiendo y que me gustaría que me explicara. Primero de todo, ¿quién es Vd.? y ¿qué hacía aquí en el embarcadero a estas horas?".

El Viejo le miró fijamente durante un largo período de tiempo antes de contestarle. Después dijo: "Me has salvado la vida, muchacho, y me gustaría confiar en ti, pero no me atrevo. Sería fatal para ambos si te dijera quién soy y qué hago aquí". Detuvo la protesta de Kent levantando una mano. "Lo sabrás todo en el momento oportuno, pero no ahora. No puedo confiar en ti, muchacho, pero debo pedirte que confíes en mi".

Kent asintió con la cabeza. "Confío en Vd. pero por lo menos dígame algo acerca de esos hombres. ¿Tenían cara de esqueletos, dijo?".

El viejo asintió con la cabeza.

"Sí", dijo. "Procedían del barco".

"¿Qué barco?", preguntó Kent.

"El Buque Fanstasma", replicó, "el Nancy M.".

De nuevo se produjo el silencio entre los dos. La sirena seguía con su sonido misterioso, los barcos continuaban chirriando y la niebla envolvía a los dos personajes del embarcadero como una gran capa gris. El reloj de la ciudad dio los tres cuartos. Kent levantó despacio la cabeza y de nuevo sintió una extraña sensación de peligro. Algo iba a ocurrir y pronto.

El Viejo estaba diciendo: "Si eres un reportero, muchacho, estás aquí sin duda para descubrir lo que puedas sobre el Buque Fanstasma. ¿conoces la historia del Nancy M.?".

"No", dijo Kent. "Me gustaría que me la contara".

"Lo haré", dijo el Viejo y empezó: "Hace doscientos años, esta pequeña ciudad era próspera. Los barcos dejaban este embarcadero donde estamos sentados, dirigiéndose a los países de las especias, China, Arabia y la India, a todos los puertos de los siete mares.. algunas veces, como comprenderás, no regresaban". Se calló y levantó la cabeza inclinándola hacia un lado. Al cabo de un rato continuó.

"Uno de los mejores barcos de la época, era el Nancy M., una goleta totalmente equipada, capitaneada por su propietario, Joshua Murdock. Nancy Murdock era su esposa y el barco llevaba su nombre.

El reloj de campanario de la ciudad dio la medianoche. El Viejo esperó hasta que sonó la última nota de mal agüero, antes de continuar.

"La esposa de Joshua Murdock tuvo un sueño la noche anterior a su última salida a la mar. El sueño la atemorizó tanto que le rogó a su esposo que no partiera. El se rió de sus miedos, por supuesto, pero para tranquilizarla le prometió que no importa lo que ocurriese, regresaría. Debes saber, muchacho, que Joshua Murdock nunca había roto una promesa. El caso es que el barco se hundió durante una tormenta mientras daba la vuelta a El Horn y allí perecieron todos".

El Viejo se calló de nuevo. Kent dijo, "Entonces quiere decir que ese barco, el Buque Fantasma..."

El Viejo afirmó con la cabeza. "Joshua Murdock prometió a su esposa que volvería y lo hará aunque gobierne un barco fantasma con una tripulación de esqueletos. Ya ves, muchacho..."

De repente, se calló al escuchar un extraño sonido en medio de la noche.

"Cálmese", dijo Kent en voz baja.

Los dos habían oído a la vez unos pasos que retumbaban. De nuevo los oyeron. Alguien se dirigía hacia ellos desde el otro lado del embarcadero con lentas y calculadas pisadas.

Se había levantado una ligera brisa y la niebla comenzó a moverse como un gran monstruo grisáceo, agitándose en un sueño. A través de la espesa niebla, los pasos se oían cada vez más cercanos.

Y entonces apareció, fuera del remolino de la niebla, caminando lentamente con la cabeza encorvada como pensativa, un hombre alto y fornido, vestido a la moda de hace dos siglos. Al sentir la presencia de Kent y del Viejo, se detuvo.

"Vd...." desafió Kent. "¿Quién es Vd?".

El desconocido les miró de arriba a abajo. El Viejo emitió un débil gemido y se desplomó en los brazos de Kent. El hombre que tenían delante no tenía cara y en su lugar sólo se veía una calavera.

"¿Pregunta por mi nombre?" dijo. "Soy el Capitán Joshua Murdock".

Empezó a reírse calmadamente y alzando el dedo índice descarnado de su mano derecha, señaló a través de la niebla, la dirección de donde había venido. Su retumbante carcajada, parecía resonar en la niebla y Kent, mirando más allá de él, hacia el final del embarcadero, vio un barco amarrado por un costado donde antes no había ningún barco. ¡Y mirándole de reojo desde la barandilla de madera del barco, estaban los cráneos de una tripulación de esqueletos, la tripulación del Nancy M.!



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